¿Verdad aproximada?
Las últimas especulaciones sobre los fenómenos interpretados por la física teórica plantean la cuestión sobre la «verdad científica». En sentido amplio nos preguntamos si los enunciados y leyes de las teorías científicas son capaces de proporcionar un conocimiento verdadero sobre el mundo real. Se han dado diferentes respuestas, sobre esa cuestión. El físico y filósofo argentino, Mario Bunge , que ha resaltado la importancia y el valor del método científico para conocer la realidad afirma que:
«Ni la verdad ni la utilidad son propiedades intrínsecas y eternas: son contextuales y cambiantes. Como dijo von Uexküll, la verdad científica es un proceso que va desde el error grande al pequeño».
Citado en Artigas, M. (1989): 297. Filosofía de la ciencia experimental. Eunsa Pamplona.
Por otra parte, algunos filósofos niegan que a través de la ciencia experimental se llegue a poseer un conocimiento verdadero de los fenómenos naturales. Por ejemplo Karl Popper, defiende una posición intermedia, que es la aproximación» a la verdad, según la cual, las teorías científicas no llegarían nunca a captar la verdad sobre el mundo físico real, ya que los enunciados teóricos que son de carácter universal no tienen una correspondencia con los hechos. Es decir, no existiría el modo de encontrar una explicación para admitir la correspondencia entre enunciados y hechos observados. Este parece ser el problema fundamental que debe afrontar la teoría epistemológica defensora de la verdad como correspondencia con los hechos.
El planteamiento de Popper arranca de una idea «logicista» de las teorías científicas que trata de encontrar una correspondencia unívoca entre el lenguaje y las observaciones experimentales. Por lo cual la ciencia nunca conseguiría describir la realidad y sólo podría aproximarse a ella, construyendo una teoría sobre la verosimilitud o aproximación a la verdad [1]. Ante este argumento, el filósofo de la ciencia Evandro Agazzi se pregunta:
«¿Cómo es posible hablar de aproximación a algo que no conocemos? ¿A algo que permanecerá siempre y en sí mismo escondido e inalcanzable? Es aquí donde se puede constatar que Popper no es un auténtico realista: un realismo correcto debe, ciertamente, distinguir la realidad de la pura construcción mental pero, por otro lado, debe admitir que lo que nuestro intelecto conoce es realidad, y no algo distinto y permanentemente separado de ella. En otros términos: no se puede ser un realista correcto sin admitir que nuestro conocimiento, incluso el científico, es capaz de lograr la verdad».
Citado en Alonso, J. (1995): cap. II, p. 63. La epistemología de Evandro Agazzi. Universidad de Navarra. Tesis doctoral, Pamplona.
A tenor de las últimas afirmaciones de Agazzi, cabe añadir que la ciencia es un «modo de conocimiento» de la realidad, que no construye «representaciones exactas». La aplicación del método científico impone ciertas restricciones que impiden el conocimiento completo de los fenómenos que se estudian. Su aprehensión del mundo empírico es indirecta, pues se realiza a través de «objetos ideales» y de un lenguaje simbólico apropiado. Además, debe admitirse desde el primer momento, el contexto en el que se construye el «objeto científico» mediante la idealización de la realidad observada. Por esto, es posible hablar de «verdad contextual» o condicionada a factores convencionales impuestos por la investigación experimental. Eso descarta la pretensión de reducir la verdad de las teorías científicas a la coherencia estrictamente lógica de los enunciados.

Louis-Victor Pierre Raymond de Broglie (Dieppe,1892 – París 1987) séptimo duque de Broglie. Físico francés. Estudió física teórica en la Sorbona. A los 18 años decidió estudiar física y se doctoró en 1924. En 1928, fue profesor de física teórica en la Universidad de París. Miembro de la Academia de Ciencias en 1933. En 1929 fue galardonado con el Premio Nobel de Física. De Broglie sugirió un laboratorio multinacional, que llevo a la fundación de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN). De Broglie es considerado como un cofundador del CERN
Los enunciados de contenido científico, que versan sobre «objetos ideales» (matemáticos o científicos) serán verdaderos o falsos, dependiendo de su coherencia dentro del marco teórico en el que se han definido. Los juicios referidos a objetos científicos son verificables por contrastación experimental y, en virtud de su doble dimensión (teórica y experimental) proporcionan conocimiento cuando captan con fiabilidad y rigor propiedades de objetos materiales. Es legítimo, por tanto, admitir que las proposiciones científicas reflejan los rasgos propios del «ser real», en su propio contexto simbólico. Suscribimos, pues, el planteamiento realista, no ingenuo, de Agazzi que atribuye a las teorías científicas cuatro rasgos básicos. Primero, fiabilidad, avalada por la verificación experimental. Segundo, intersubjetividad, es decir, independencia del sujeto, lo que garantiza su objetividad. Tercero, control empírico, inseparable de los principios teóricos que permiten una correcta interpretación de los resultados experimentales. Y cuarto, predictibilidad o capacidad implícita para predecir consecuencias futuras no contempladas inicialmente.
Dentro del contexto delimitado por esos cuatro rasgos, admitimos que la ciencia experimental proporciona un conocimiento fiable, aproximado y perfectible de la realidad física, que se expresa mediante un lenguaje simbólico, cuya correcta interpretación reside en la teoría. Es ahí, dentro del marco teórico establecido y experimentalmente comprobado, donde en rigor se puede hablar de una «realidad contextual». Con ello no se incurre «en el conceptualismo, esto es, en el error idealista de confundir la realidad con los conceptos, en lugar de ver en ellos creaciones de la mente que necesitan ser validadas por la experiencia» [2].
Una vez más, el modelo atómico ilustra la vinculación que existe entre la realidad observada, en sí misma, y el lenguaje simbólico con el que se describe. A ello se refiere Heisenberg en el siguiente texto.
«(…) el instrumento de medición ha sido construido por el observador; y debemos recordar que lo que observamos no es la naturaleza en sí misma, sino la naturaleza presentada a nuestro método de investigación. Nuestro trabajo científico en física consiste en hacer preguntas acerca de la naturaleza con el lenguaje que tenemos, y en tratar de obtener respuestas de la experimentación, con los métodos que están a nuestra disposición. De este modo, la teoría cuántica nos recuerda, como dice Bohr, la vieja sabiduría que aconseja no olvidar, al buscar la armonía de la vida, que en el drama de la existencia somos al mismo tiempo actores y espectadores.
Heisenberg, W. (1959): 42. Física y Filosofía. La Isla, Buenos Aires.
Estas afirmaciones, fruto de la experiencia de uno de los más notables científicos en física teórica, nos sitúan en la posición de admitir un realismo «no ingenuo». Un realismo supeditado a verificación experimental y a la interpretación de los resultados. Admitimos, así, la existencia de un mundo real, independiente y anterior a toda experimentación, que es objeto de conocimiento científico y medio de verificación de las teorías.
En nuestros días, algunos científicos teóricos se lamentan de la imposibilidad de atrapar la realidad y captar su «misma imagen».
«La relación entre la realidad y el formalismo constituye un problema que ha acosado a la teoría desde su nacimiento. Los físicos han supuesto tradicionalmente que la ciencia debería informar de cómo sería la realidad en nuestra ausencia. La física debería consistir en algo más que un conjunto de fórmulas que predicen lo que observaremos en un experimento, debería ofrecernos la imagen de lo que «es» la realidad».
Smolin, L. (2007): 37. Las dudas de la física en el siglo XXI ¿Es la teoría de cuerdas un callejón sin salida? Crítica, Drakontos, Barcelona.
A esta crítica por la insuficiente capacidad de la ciencia para captar la realidad en su integridad, cabe responder que la situación propia de la ciencia empírica es intermedia entre dos posiciones extremas. Por un lado, hay un «realismo ingenuo» que pretende conseguir una imagen especular de los fenómenos naturales, y por otro, tenemos un «instrumentalismo» que defiende una total incapacidad de la ciencia empírica para danos a conocer la naturaleza. A lo cual, sostenemos que, aunque a través de lenguaje científico, no sea posible abarcar por completo la realidad natural [3], sin embargo, se consigue un conocimiento contextual y perfectible. De acuerdo con Pierre Duhem, está justificado afirmar que la verdad de las teorías físicas no reside en la explicación exhaustiva de la realidad material, sino en la construcción de representaciones idealizadas de los fenómenos naturales, expresadas en lenguaje simbólico, coherente y empíricamente verificable.

Pierre Maurice Marie Duhem (París, 1861 – Cabrespine, 1916). Físico y filósofo e historiador de la ciencia. Fue uno de los fundadores de la fisicoqímica. Profesor de física teórica en la Universidad de Burdeos. Además de artículos científicos sobre termodinámica, escribió una historia de la ciencia en 10 volúmenes, desde sus orígenes medievales que tituló “El Sistena del mundo, historia de las doctrinas cosmológicas de Platón a Copérnico”.
Nota 1. Artigas, M. (1989): 299. Filosofía de la ciencia experimental. Eunsa Pamplona.
Nota 2. Arana, J. (2012): 285. Los sótanos del universo (La determinación natural y sus mecanismos ocultos). Biblioteca Nueva. Madrid.
Nota 3. De Broglie aludiendo a la idealización comparte la opinión de que el conocimiento científico de la realidad sólo puede ser parcial, relativo a determinados aspectos:. Las idealizaciones más o menos esquemáticos que construye nuestro espíritu son susceptibles de representar ciertos aspectos de las cosas, pero entrañan limitaciones y no pueden contener en sus marcos rígidos toda la riqueza de la realidad‛ ( De Broglie, L. (1965): 13. La Física Nueva y los Cuantos. Editorial Losada. Buenos Aires).

