Entre lo real y lo ideal

Lógica de los símbolos y lógica de los hechos

Puesto que, las leyes científicas se ajustan a los hechos naturales que describen, debe existir un cierto paralelismo entre el modo de pensar y el modo que la naturaleza tiene de operar. ¿Cómo se explica que las leyes que rigen el razonamiento sean válidas cuando se aplican a fenómenos físicos? Esta semejanza no buscada, entre pensamiento simbólico y sucesos físicos, no ha pasado desapercibida a científicos como H. Hertz, quien en su introducción a los «Principios de la Mecánica», escribe:

«La más importante tarea de nuestro conocimiento de la naturaleza, que nos capacitaría para prever experiencias futuras (…), consistiría en que formáramos «imágenes virtuales internas o símbolos» de los objetos exteriores de tal modo que las consecuencias lógicamente necesarias de las imágenes sean siempre las imágenes de las consecuencias naturalmente necesarias de los objetos reproducidos».

Citado por Cassirer, E. (1998): vol. 1, p. 14.

Entre las formulaciones simbólicas y los procesos naturales, existe una correspondencia, independiente del observador, según la cual, los símbolos son «imágenes» de los objetos materiales. Lo sorprendente es que, una vez establecidos tales símbolos, ambas entidades sigan concordando en los desarrollos teóricos posteriores, manteniendo su paralelismo, hasta el punto, de que las deducciones teóricas son válidas cuando se aplican al mundo físico; es decir, se ajustan a los hechos experimentales. Y es aún más sorprendente esa concordancia, entre las entidades simbólicas de la física teórica y los resultados experimentales, teniendo en cuenta, que son relaciones establecidas por vía indirecta. La cuestión así planteada fue también abordada por Heisenberg quien alude a ella en un texto transcrito por E. Cassirer. En el que, además, nos previene contra todo intento de realismo ingenuo en ciencia.

«El espacio de la física moderna -subraya Heisenberg- sólo puede simbolizarse, por el momento, mediante una ecuación diferencial parcial dentro de un espacio pluridimensional abstracto… Para el átomo de la física moderna, todas las cualidades son cualidades derivadas, pues directamente no poseen cualidad material alguna; esto quiere decir que cualquier clase de imagen que nuestra imaginación pueda trazarse del átomo es,’eo ipso’, defectuosa. Para el mundo de los átomos es imposible una comprensión, ‘de primera clase‛».

Cassirer, E. (1948): 144.

Así, los descubrimientos de comienzo del siglo pasado, suscitaron el estudio de insospechados fenómenos cuánticos y relativistas que obligaron a construir un lenguaje muy diferente al de la física clásica. Con el cual, la descripción física de la naturaleza resultaba incoherente comparada con la del lenguaje ordinario.

A pesar de chocar con el sentido común, la validez científica de este simbolismo no consiste en la semejanza entre objetos físicos y representaciones simbólicas, sino en la relación de correspondencia que se mantiene entre la «lógica de los símbolos» y la «lógica interna» que rige los hechos naturales. Se da, por tanto, una situación que, a juicio de Nicolai Hartmann, «es y será totalmente paradójica mientras se entiendan las leyes lógicas como meras leyes del pensar. Pero no es nada paradójica cuando se ve que son originalmente leyes del ser». Son, por tanto, leyes cuyo ámbito de validez excede la esfera del pensamiento lógico y lo trascienden, ya que no surgen del arbitrio de la razón, sino que son exigidas por el «ser ideal», es decir por los principios que rigen el mundo de los objetos matemáticos y que Hartmann resume como sigue:

«Lo peculiar de lo lógico es, según esto, que los pensamientos, al seguir las leyes lógicas, no siguen sus propias leyes, sino unas leyes ónticas esenciales, cuyo carácter de ser en sí ideal se muestra justo en que son la común estructura constitutiva de lo real y de los pensamientos».

Hartmann, N. (1986): 348. Ontología I. Fundamentos. Traduccción de José Gaos. Fondo de Cultura Económica. México.

Si las leyes científicas fuesen sólo resultado de libres procesos mentales, elaboradas sin base experimenta, sus previsiones no se cumplirían y se pondría en evidencia su falsedad. La tarea de la ciencia empírica puede definirse como una cierta «transposición» de la regularidad existente en los fenómenos naturales, a la lógica de las relaciones matemáticas (algebraicas, geométricas, etc.). La ciencia elabora así teorías capaces de captar en parte la estructura de los hechos naturales. Ahora bien, esa estructura no puede ser expresada en los mismos términos que se dan en la materia; como si fuese una copia fotográfica. Podrá conseguirse un bosquejo o esquema del conjunto, que describa la realidad de los hechos, ya que la lógica del pensamiento progresa en paralelo con la «lógica» de los procesos naturales.

«Lo lógico, entendido como conjunto de estas leyes (…) está por un lado contenido como estructura esencial de lo real, pero a la vez es determinante, como estructura esencial de los pensamientos, en la conciencia. O también: es, como cuerpo ontológico-ideal de leyes fundamentales, lo determinante en dos direcciones: en la del pensar, y en la del ser real. Y así sólo es comprensible que el pensar, mientras sigue las leyes lógicas, no se aleje de lo real en sus raciocinios desde lo dado a lo no dado, sino que aprehenda siempre de lo nuevo a lo real«.

Hartmann, N. (1986): 349. [subrayado añadido]

Aquí, el foque ontológico de Hartmann nos conduce a la conclusión de que, ante todo, las teorías científicas son un medio de captar estructuras reales, más que de aprehender entidades reales. Gracias a las leyes físicas conocemos la estructura interna de la realidad material, mediante la obtención de relaciones cuantitativas. La lógica aplicada a los seres idealizados reproduce, en lenguaje científico, los procesos internos que no somos capaces de aprehender directamente por insuficiencia de nuestra percepción. Los sentidos guiados por la razón nos proporcionan los datos necesarios para que la idealización no sea una mera «ideación» desligada de los hechos observados. Y, puesto que, el modelo idealizado se construye a partir de una porción de la realidad, no es posible aportar una imagen completa. La teoría científica sólo proporciona un conocimiento limitado y circunscrito de acuerdo con las hipótesis establecidas. Por lo cual, la ciencia ofrece una imagen del mundo natural que no es definitiva ni tiene carácter de totalidad, sin embargo, nos permite reconocer la existencia de un orden natural que abarca diversos ámbitos del mundo material.

En consecuencia, mediante la ciencia empírica conocemos el mundo de forma analógica y cada rama de la ciencia proporciona una visión en consonancia con su particular dominio de estudio. Pero no sería lícito tomar los objetos y las teorías científicas como explicaciones últimas de la realidad. La teoría especial de la relatividad, por ejemplo, parte de un principio que estipula como un hecho cierto que el valor de la velocidad de la luz no puede ser superado por cualquier objeto[1]. Se trata de una hipótesis básica introducida a propósito por Einstein, un requisito formal impuesto por la teoría, cuya utilidad ha sido avalada por los resultados experimentales. Pero no parece admisible afirmar que: «La luz determina el límite de la velocidad tope en la realidad» [2]. El intento de atribuir íntegramente a toda la realidad un modelo físico idealizado es rebasar los límites impuestos por las mismas hipótesis de partida.

Nota 1. Einstein postula la constancia de la velocidad de la luz y la independencia de las leyes respecto a la elección del sistema inercial. Véase en Einstein (1984): 55 y en Einstein (2005): 153, donde este enunciado se califica de «Ley de la constancia de la velocidad de la luz».

Nota 2. X. Zubiri, al describir el espacio físico, se refiere a los factores físicos que determinan su estructura. «Esencialmente tres: la luz, la gravitación y la acción. La luz, que determina precisamente el límite de la velocidad tope en la realidad» (X. Zubiri (1995): 116). Pero la identificación del «espacio físico» con toda la realidad, supone su reificación y es incompatible con la tesis que aquí defendemos. El espacio físico es un modelo conceptual construido a propósito para describir los fenómenos que caen dentro del rango de la física.

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