El camino emprendido por la física teórica y en particular la «teoría de cuerdas» ha modificado el método científico, al atribuir a las matemáticas mayor autonomía en la investigación. En los casos más críticos, algunas teorías han dejado de lado la experimentación y han recurrido a criterios ajenos a la ciencia, incluso a la matemática, para explorar inciertos territorios, como el «estético», lo que supone un evidente extravío metodológico y un síntoma del declive de la física teórica. Por lo cual, no es extraño que se oigan opiniones discrepantes, como las de Sabine Hossenfelder, investigadora en el Frankfurt Institute for Advanced Studies, cuyo certero diagnóstico señala que la física actual se halla «perdida en la matemática».
«En el siglo veinte, la nota estética, de un añadido de las teorías científicas, pasó a ser una guía de su construcción hasta que, finalmente, los principios estéticos se transformaron en requisitos matemáticos. Hoy día, los argumentos ya no reflejan la belleza, sus orígenes no científicos se hallan perdidos en la matemática».
Hossenfelder, S. (2018): 17; pos. 358. Lost in Math: How Beauty Leads Physics Astray. Hachette Book Group. Ebook.
Criterios tan extravagantes incorporados al método científico, como el de «belleza»‛ o «naturalidad», se han convertido para algunos físicos en guías que tratan de marcan un camino hacia la deseada «teoría unificada». Pero la situación de oscura incertidumbre se prolonga demasiado tiempo. Y resulta oportuno recordar que, desde el mismo nacimiento del método científico, para Galileo, Newton, Faraday, Maxwell y tantos otros investigadores destacados, los datos experimentales preceden sin excepción a la elaboración teórica, siendo inequívocos los éxitos de las teorías así construidas, tanto en la física de fenómenos terrestres y del átomo, como en los sucesos del cosmos.
El origen de esta desviación metodológica en física, cabe situarlo con la aparición de tres nuevos conceptos: «Cuantización», «Principio de incertidumbre» y «Complementariedad». A los que se ha de añadir el giro metodológico provocado por las «Hipótesis de equivalencia» de Albert Einstein. Al elevar a la categoría de «principios», tales hipótesis, se concedió supremacía al formalismo matemático sobre el significado físico genuino de los conceptos.

