¿Un mundo irreal?

La flecha del tiempo
Un ejemplo ilustrativo de este tipo de lenguaje científico es el que nos proporciona la noción de «flecha del tiempo», que se atribuye a Arthur Eddington (1882 – 1944). En 1934, en la Universidad de Cornell, el astrónomo inglés dio su particular interpretación cosmológica acerca del crecimiento de entropía y sobre la irreversibilidad de los procesos naturales. Esas opiniones fueron transcritas por Cercignani en los siguientes términos:

Después de preguntarse ‚<si hay en el universo, en todo lugar y en todo tiempo una señal con una flecha que indica ‘hacia el Futuro’ y otra que indica ‘hacia el Pasado’‛, concluía que la señal, la flecha que nos dice cuál es la dirección del tiempo, es la entropia y está basada en la Segunda Ley de Termodinámica.

Cercignani, C. (2007): 109. Ludwig Boltzmann. The Man Who trusted Atoms. Oxford University Press, Oxford. (En el mismo comentario, su autor afirma que fue Eddington y no Boltzmann quien parecía no tener dudas sobre la interpretación de la llamada «flecha del tiempo»).

Se debe distinguir, por un lado, la interpretación teórica (un tanto especulativa) y por otro, los hechos experimentales. Éstos consisten en intercambios energéticos espontáneos que se producen en la naturaleza, los cuales van acompañados del crecimiento de la magnitud termodinámica entropia, cuyo resultado es válido para sistemas finitos aislados. Pero, a partir de los datos obtenidos en el laboratorio, la noción de «flecha del tiempo» extrapola los resultados y los atribuye a todo el universo, considerado un sistema aislado.

Dando por buena esa extrapolación, desde unas condiciones conocidas a desconocidas, entonces podrá afirmarse que efectivamente la entropia total del universo crece indefinidamente debido a los procesos energéticos que se producen en él, como ocurre en un sistema cerrado y finito en condiciones experimentales terrestres. En esa situación, el incremento de entropia que acompaña a todo proceso natural marcaría un sentido temporal en la evolución del universo. Con tal interpretación de los datos experimentales, junto con la analogía mencionada, se justificaría la expresión generalmente adoptada de «flecha del tiempo».

Desde el punto de vista estrictamente científico, o sea, verificable, el razonamiento anterior sólo es válido, si es posible aplicar al universo, lo que ha sido comprobado en un sistema termodinámico cerrado y aislado (por ejemplo, un gas encerrado en un volumen, sin intercambio energético con el exterior). La aceptación de esta hipótesis es arriesgada, toda vez, que hoy la ciencia no está en condiciones de determinar (si existen) los límites del universo y no es posible asegurar que éste sea equiparable a un sistema termodinámicamente aislado.

De todas formas, lo que importa destacar aquí es el proceso lógico en sí. Es decir, que el razonamiento es fruto de una especulación teórica y no se asienta en una verificación experimental. La tesis de la «flecha del tiempo» traslada los resultados experimentalmente controlados a un ámbito superior que excede la observación empírica y desborda el estricto dominio de la ciencia. En este sentido, es oportuno citar los comentarios de Karl Popper sobre esta arriesgada tesis de Eddington; que, sin embargo, él atribuye a Boltzmann. Para el filósofo vienés se ha de distinguir entre la interpretación denominada «flecha del tiempo» y la teoría que, en sentido estricto, se limita a constatar el aumento de entropia de todo proceso natural. Según Popper, la primera ha de calificarse de «subjetiva» y la segunda de «objetiva».

Karl Raimund Popper  (Viena, 1902 Londres, 1994) Filósofo de la ciencia y profesor austríaco posteriormente ciudadano británico. Su aportación más conocida al método científico es la idea de que toda teoría científica debe ser “falsable”. Es decir, debe ser verificable mediante experimentación. En el discurso político destacó por su defensa de la “democracia liberal”.

La distinción de Popper revela oportunamente lo que ya hemos indicado. Por un lado, la necesidad de distinguir entre una interpretación literal, que se atiene a los datos empíricos y a las expresiones matemáticas y por otro, la interpretación metafórica que atribuye (sin verificación, en este caso) a todo el universo, los resultados obtenidos en un sistema finito bajo control experimental.

Además, la magnitud termodinámica entropia permite comprender el papel de los símbolos científicos utilizados fuera del propio ámbito de significación en el que se han definido. Con ello, también se pone de relieve la naturaleza simbólica de la ciencia y su capacidad de construir similitudes formales, no necesariamente circunscritas al mundo de los fenómenos materiales. Así ocurre, dentro del campo de la «teoría de la información». En esta rama de la ciencia se hace uso de la noción termodinámica de entropia, a pesar de que se trata de un dominio científico sin relación conceptual con los procesos termodinámicos.

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