10. EPÍLOGO: MÁS ALLÁ DE LA CIENCIA

En los capítulos anteriores hemos visto que el método científico iniciado por Galileo llegó a ser un camino seguro para investigar la naturaleza. Lo demuestran los éxitos que a lo largo de quinientos años contribuyeron a conformar una imagen del universo e impulsaron notables aplicaciones tecnológicas. En el siglo XVII la mecánica de Newton, junto con la astronomía y ciencias derivadas concibieron el universo como un gran mecanismo sometido a leyes fijas. En el siglo XVIII, el campo de fuerza de Faraday y las ondas electromagnéticas de Maxwell, más allá de la mecánica, desarrollaron nuevas parcelas de la física, fomentando la exploración de remotas parcelas del espacio con la ayuda de los radiotelescopios. A comienzos del siglo XX, las teorías relativistas de Einstein trazaron una representación del universo basada en la imagen de un «continuo espacio-temporal». Pero esa representación no es completa, puesto que la continuidad es incompatible con la discontinuidad cuántica. Por lo que puede afirmarse con De Broglie que, fueron los cuantos quienes se introdujeron furtivamente en el vasto y grandioso edificio de la física clásica estremeciendo sus «fundamentos sin que al principio nadie se diera exacta cuenta de ello. Hay pocos cataclismos en la historia del mundo intelectual comparables a éste».

Desde la ciencia

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