
Introducción
La «física teórica» estudia los fenómenos atómicos, utilizando dispositivos técnicos como los «aceleradores de partículas». Uno de los ejemplos recientes más significativos es la identificación del llamado bosón de Higgs, cuya predicción teórica ha sido corroborada por vía experimental.
Con la aparición de la «física teórica», en particular, a raíz de las teorías relativistas de Einstein, se modifican los planteamientos básicos que sustentaban la física clásica. Por lo cual, es oportuno analizar algunos aspectos metodológicos que intervienen en la elaboración de las nuevas teorías. Las teorías de la relatividad de Einstein se cuentan entre las más relevantes, no sólo por sí mismas, sino por la decisiva influencia metodológica que tuvieron en ulteriores formulaciones teóricas.

Niels Bohr y Albert Einstein sostenían visiones antagónicos sobre la Mecánica Cuántica. Einstein negaba la capacidad de la teoría cuántica para dar una descripción completa de la realidad física.
Las nuevas teorías que surgen en los primeros años del siglo pasado comparten como rasgo característico un complejo aparato matemático, acompañado de una pérdida del significado físico que poseían las magnitudes en la «física clásica». Esa tendencia fue criticada por Rutherford (1871- 1937), uno de los investigadores de la incipiente física del átomo, en los términos siguientes: «Juegan con los símbolos, pero se alejan de los hechos realmente sólidos de la naturaleza».
Al comienzo del siglo XX, la observación del mundo microscópico, por fuerza, debía hacerse a través de medios técnicos, cada vez más alejados del objeto que se investigaba. A la vez que las estructuras simbólicas -cada vez más abstractas- adquirían mayor peso en el conjunto de la teoría. Así, se produjo una mayor formalización simbólica, acompañada de una pérdida de significado físico, intensificó a raíz de las «teorías relativistas» y, especialmente, debido a los «Principios de equivalencia» adoptados por Einstein. En los siguientes apartados, tratamos de mostrar cómo el sentido físico genuino cedió importancia frente a una mayor presencia del lenguaje matemático.
En primer lugar, para encuadrar el ámbito en que nacen las ideas relativistas, debemos referirnos a la clasificación que hace Einstein, según la cual hay, por un lado, «teorías constructivas» y por otro, «teoría de principios». Las primeras son aquellas cuyos enunciados y leyes se sustentan en datos experimentales probados; es decir, son teorías que se asientan en la solidez de observaciones experimentales.
«Existen varias clases de teorías en la física, la mayoría de ellas está formada por teorías constructivas. Éstas son teorías que intentan construir una imagen de los fenómenos complejos a partir de alguna proposición relativamente sencilla. Por ejemplo, la teoría cinética de gases intenta explicar en términos de movimientos moleculares las propiedades mecánicas, térmicas y de difusión de los gases. Cuando decimos que comprendemos un grupo de fenómenos naturales, lo que queremos decir es que hemos encontrado una teoría constructiva que abarca todos estos fenómenos».
Einstein , A. (2005): 129, 130. Albert Einstein. Introducción, selección y edición: J.M. Sánchez-Ron. Crítica, Madrid.
Bajo esta categoría se encuadra la mayor parte de las teorías construidas antes del siglo XX, como las de Newton y Maxwell que cumplen los requisitos señalados en el párrafo anterior. La Gravitación universal («Sistema del Mundo», conforme al título de Newton) se condensa en una ecuación matemática que resume simbólicamente múltiples sucesos naturales, terrestres y celestes. Igualmente, el Campo Electromagnético abarca una gran diversidad de fenómenos eléctricos y magnéticos.

